3.9.21

Nuevo sabor a cereza, delirante viaje cinéfilo del creador de Channel Zero (con guiño incluido a El gran Lebowski)

Opinión y alguna curiosidad de Nuevo sabor a cereza (Brand New Cherry Flavor) en Netflix.

Un productor perdido en sus alucinaciones. Eric Lange a lo Jeff Bridges en la peli de los Coen.

Otra adaptación de un libro, esta vez de Todd Grimson. Un viaje aun más alucinógeno y perverso en manos de Nick Antosca, el creador de la antología Channel Zero. Para quien no esté acostumbrado a esta delirante propuesta, recordar que Antosca llevó a la tele algunas de esas historias rocambolescas que invaden internet, sobre maldiciones, mundos alternativos y monstruos de todo tipo llamadas creepy pasta. En Nuevo sabor a cereza (Brand New Cherry Flavor) surge esta idea de nuevo, con una aspirante a directora que se quiere vengar de un productor por ningunearla y se ayuda de una bruja que vive en una mansión destartalada custodiada por zombies (los muertos vivientes son como los esclavos de White Zombie, de 1932, pero más tontos aun). Así de paranoica es esta serie que cuenta con Rosa Salazar como Lisa Nova, dándolo todo; con Catherine Keener desatada como la bruja Boro (parece la Bruja Avería de La bola de cristal en algún momento) y Eric Lange como el sufrido Lou Burke que no sabe cómo deshacerse del entuerto. Alrededor de este triángulo hay otros personajes que los acompañan por el camino para mejor o peor fortuna (casi siempre peor). Con una estética de cine negro, ambientada en Los Ángeles de los años 90, esta miniserie extravagante, muy oscura y frenética en su desarrollo, puede presumir de ser poco o nada convencional, algo que ya es de agradecer, algo de atrevimiento, pero también es verdad que es un viaje alucinógeno a los infiernos, con multitud de escenas sangrientas, algunas más gore que otras, espectros que dan sustito de vez en cuando y unas idas de olla en las que se entra o no se entra. Yo soy muy fan de Antosca, así que me gusta este terror con mensaje (la degradación del ser humano ambicioso, el karma de quien alberga el odio y se quiere vengar), una reflexión sobre el oficio del creador en un mundo despiadado y superficial en muchos aspectos.

  • He escrito más sobre Nuevo sabor a cereza aquí.

Me quedo con los guiños al cine, numerosos, con homenajes a la soledad y el sentirse como pez fuera del agua de Barton Fink, el corto de Lisa Nova que recuerda al estilo de David Cronenberg (ese momento WTF del ojo), los ecos al David Lynch de Twin Peaks, Mullholan Drive… Pero de todos los  momentos me quedo con este del sexto episodio en el que el productor pasadísimo y hecho polvo por culpa de hechizos varios se prepara un Ruso blanco como si fuera el Notas de El gran Lebowski, otra vez los Coen.


Además del Ruso blanco, hay más Cócteles fuera de serie, con el productor y sus copas en fiestas y demás. De todas, elijo esta escena con su hijo (del episodio 1x7), en la que él elige Martinis y cóctel de gambas, y el niño prefiere un daiquiri de fresa porque le recuerda a la playa, algo que desconcierta al padre productor snob.

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