16.8.21

Opinión. The White Lotus, la comedia del verano: magnífica sátira del lado oscuro del paraíso

Opinión de The White Lotus (HBO) sin spoilers.

Un resort es para descansar. Pero si eres rico te meterás en problemas. Eso viene a decirnos Mike White cuyo apellido da nombre al hotel paradisiaco que ha creado: The White Lotus. Rodado en realidad en el Four Seasons de Maui, la verdad es que no había mejor fecha que este verano sudoroso y pesadillesco para viajar a esta localización de ensueño. Cualquiera de los mortales, yo misma, me daba con un canto con tal de nadar con una tortuga, ir al spa, ver ballenas desde la orilla de la playa, cenar en un barco o asistir a una típica danza hawaiana. Pero los protagonistas de esta historia no solo son ambiciosos es que resultan ser posesivos y casi la mitad del tiempo, ruines. He de decir, que he recordado algunos de estos comportamientos porque los he vivido en primera persona. Estuve hace muchos años en Hawai (por hablar del mismo enclave) y sé lo que es que te agasajen hasta límites insospechados. 

El gerente del hotel, magnífica interpretación de Murray Bartlett, acaricia más al amo que le da de comer. Le hace sentirse el mejor, el más poderoso. Con dinero tienes lo que quieres y más. Este personaje que parece el gato de Cheshire con su sempiterna sonrisa falsa es el eje sobre el que pivota toda la historia. Él da la bienvenida a sus nuevos huéspedes y pronto mantiene su primer encontronazo con uno de ellos, un joven recién casado, un niño de papá que, con razón, le exige una habitación mejor porque su madre la ha pagado. Pero una cosa es reclamar lo que es tuyo y otra diferente priorizar esta obsesión por encima de cualquier otra cosa. Sabemos que el gerente le ha chuleado porque básicamente se ha equivocado y le ha dado la habitación por error a otra pareja. Pero la serie consigue que te pongas del lado del gerente y no del del pijo (Jake Lacy lo clava con esa cara de listo), ya que en su obsesión el chico arrastra a su mujer, una periodista del montón que no quiere sentirse mujer florero y mucho menos desperdiciar su luna de miel en perseguir molinos de viento (Alexandra Daddario intentando que la respeten como actriz, y lo va logrando). El pijo estresa a cualquiera con sus ansiedades. La dichosa suite es el desencadenante para que ambos mantengan una virulenta confrontación hasta el final. 

Para aderezar la tensión los otros personajes pivotan alrededor y van ganando en protagonismo a medida que avanza la trama. La familia formada por un padre (junto al gerente Steve Zahn es lo mejor) que cree que tiene cáncer (lo que le hace parecer más débil) y su mujer empoderada (Connie Britton, que todos ven como una wonder woman), acompañados por sus dos hijos, un chaval solitario (Fred Hechinger siempre haciendo de chungo aquí hace de paria) que no encuentra su sitio entre ellos –de primeras es expulsado de la habitación que comparten– y una chica (Sydney Sweeney y sus ojos de pasota-drogata) que se acompaña de su mejor amiga (como si no pudiera ir por la vida sola y tuviera que reforzar su mensaje milenial de quiero cambiar el mundo con otra niña –Brittany O’Grady– a la que en realidad le hubiera gustado parecerse). Y luego está la señora neurótica que quiere deshacerse de las cenizas de su madre, con tendencias codependientes porque se siente muy sola, capaz de pisar al débil con tal de sentirse acompañada. Jennifer Coolidge me ha hecho muchísima gracia. Junto al gerente no hay que olvidarse de la terapeuta y encargada de los masajes –Natasha Rothwell, muuuy ingenua la pobre– y de un par de jóvenes que trabajan en el hotel (que dependiendo de a quien se junten salen perdiendo o ganando).

Desde el principio es una serie de suspense pues te adelantan que alguien muere. Como espectador imaginas mil conjeturas, piensas en quién se merece morir, en si los ricos seguirán ganando frente a los pobres, en si tendrá alguna moraleja final. The White Lotus habla de personas con dinero que están acostumbradas a triunfar y de esa otra mitad a los que solo se les permite mirar. Como si el gran hotel fuera una isla de la fantasía, un Disneyworld para adultos y los camareros fueran las mascotas disfrazadas. Hay personajes más repelentes que otros, pero todos tienen en común que no te dan ninguna pena. No empatizas con ellos porque ellos compran a los demás con dinero. Y se obsesionan si no lo consiguen. Todos tienen sus obsesiones, sin disfrutar del momento. En vez de mirar la puesta de sol prefieren mirarse el ombligo. Pensar en lo que vendrá a continuación sin pensar en el ahora. 

El problema llega cuando la columna vertebral para que todo no se vaya al garete (el gerente) pierde los papeles. Y ocurre como en un barco: sin capitán todo se va a pique. El alcohol, las drogas, el relax, hacen el resto. La música envolvente te hace pensar que estás en la jungla, rodeado de depredadores. Música que tintinea y que le da mucha fuerza a las escenas de mayor tensión. No ocurren grandes desgracias (hasta el final) y hay un montón de secuencias que se detienen en el agua del mar, en el cielo, en el silencio, la vida sin preocupaciones. Pero la serie logra que estés en tensión a ver qué pasa, que te rías en situaciones realmente cómicas gracias especialmente a los diálogos (el guion es muy bueno) y los actores (¡vaya reparto!). No me importaría seguir las vidas de estas personas, saber quiénes son, por qué se comportan así. Personas cuyas vidas son vacías pero a ellos les da igual, son felices. Da igual que alguien extraño les intente hacer ver que están equivocados. Ellos están en la cima de la montaña y tú, no. Tú que vas a saber. Y sí hay moraleja final, claro que la hay. Los que tienen el poder, el dinero, la sartén por el mango son los que ganan. Y siempre lo harán por mucho que se lo intenten impedir. Porque los ricos no descansan ni en sus vacaciones y no te dejarán espacio en la cima nunca. 

Ya hay confirmada una segunda temporada de la que Mike White ha adelantado que será con un nuevo reparto y en otra ciudad, posiblemente, Kyoto, para reflexionar (y supongo que burlarse también) del choque cultural en un nuevo microcosmos. The White Lotus se ha convertido en la mejor comedia del verano.

Con spoilers 

El primer episodio juega al despiste pues crees que es la mujer del pijo la que ha muerto. Luego, tiene todo el sentido que sea el gerente a manos del pijo. Como un macabro cierre de círculo donde, por accidente, muere el que tiene las de perder. Eso sí, se caga bien a gusto antes de diñarla. La metáfora: da igual que el pobre se cague en el rico que tendrá las de perder. El pijo, además de librarse de la cárcel, tiene la suerte de volver con su mujer en el aeropuerto en un último remate que te demuestra que o tienes personalidad o te verás arrastrado por los oropeles de la vida fácil. También quiero creer que este desafortunado accidente (el pijo se queda en shock) le hará poner los pies en la tierra, algo que su mujer intuye cuando le vuelve a abrazar (esto es mi fantasía pues en realidad ella llora al abrazarle sabiendo que es una loser de tomo y lomo. Ella es pobre, no lo olvidemos). La familia regresa por donde vino, con todos transformados. El padre se siente más fuerte, su mujer le vuelve a amar de nuevo (él le había sido infiel), la hija perdona a su amiga (que es la que anima a uno de los hawaianos del resort a robarles) y el chaval huye. Literal. No sube al avión y se va a remar con los hawaianos. El chico sin darse cuenta hace más por la gente local de allí que su hermana y su amiga que van de salvadoras del planeta. Y lo mismo se podría decir del padre: es el que hace piña con su hijo cuando aprenden a bucear mientras la madre pasa millas de la niña (aunque al final la niña lloriquee y ella la consuele). El chico toma una decisión sin pensar en las consecuencias, la mujer del pijo tiene un arranque pero luego se lo piensa mejor y vuelve al redil (la pobre se queda a pesar de la infelicidad; el rico puede elegir). En cuanto a la mujer codependiente es obvio que intercambia a su madre fallecida por la mujer del spa y cuando conoce a un hombre a esta ingenua empleada por el tipo, aunque esté en las últimas pues se encuentra enfermo. Alcohólica y paranoica, como ella dice, esta señora no puede estar sola y se aferra a personas aparentemete más frágiles que ella. Miente a la empleada haciéndole creer que le ayudará en su propio negocio y acaba autoengañándose a sí misma juntándose con un señor que puede que le queden dos días de vida.

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