9.6.18

'Dietland', la nueva serie feminista con Julianna Margulies

(subida 30.5.18; actualizo con mi opinión de los dos primeros episodios de Dietland)

Julianna Margulies (The Good Wife) vuelve a la tele con DIETLAND, que AMC estrena el 4 de junio en EE UU. En España la emite Amazon.


Julianna Margulies es Kitty Montgomery, una ejecutiva glamurosa y ambiciosa de Austen Media, donde supervisa muchas revistas, incluida Daisy Chain, en la que trabaja Plum (Joy Nash). Plum es una chica gorda que trabaja desde casa (o desde una cafetería de un amigo) para pasar desapercibida, hasta que decidirá cambiar las cosas al involucrarse en una comunidad de activistas llamada Calliope House, cuya líder es Verena Baptist (Robin Weigert, Deadwood).


Margulies hace de villana fashionista, a lo El diablo viste de Prada. Y con nuevo tinte pelirrojo (pelucón como Alicia Florrick) y chaquetas de colores cantosos que para eso es muy fashion y ropa muy ajustada (está seca).

Dietland, creada por Marti Noxon (UnReal), está basada en la novela de Sarai Walker de 2015, Bienvenidos a Dietland.





Sinopsis oficial del libro
Plum hace todo lo posible para pasar desapercibida porque cuando estás gorda todo el mundo te juzga. Y para evitar el juicio de los demás, decide trabajar desde su casa respondiendo el correo de la directora en una revista de moda para chicas adolescentes.

Mientras, sueña con ahorrar para reducirse el estómago y así convertirse en una mujer atractiva y deseada. Pero un día conoce a una misteriosa chica que la introduce en el círculo de Calliope House, una comunidad de activistas que luchan por cambiar las reglas que la sociedad impone a las mujeres, e inicia un descenso por una madriguera de conejo de pesadilla que la lleva a ser consciente de los costes reales de ser aceptada socialmente. 

Además, Plum se verá envuelta en el siniestro plan de una guerrilla de mujeres (al frente, Jennifer) que deciden tomarse la justicia por su mano, asesinando a aquellos hombres que las desprecian y maltratan.

Mi opinión de la serie Dietland
Las mujeres gordas en televisión siempre hacen bromas al respecto o luchan por adelgazar. Uno de los últimos casos ha sido This is Us, en la que Kate sufre por su sobrepeso desde niña. Normalmente, la ficción televisiva ha intentado adelgazar a las gordas, como el que deja las drogas, en vez de mostrar qué hay detrás de ese sobrepeso. Gordas orgullosas, al estilo Roseanne o Melissa McCarthy en Mike y Molly, pocas. Hice en su momento un ránking de gordos de ficción para pararse a pensar.

Más allá de que estés o no estés gorda, es fácil identificarse con Plum, la protagonista de Dietland. No conozco a ninguna mujer que no haya estado a régimen, igual que no conozco a ninguna mujer (flaca o gorda) que no haya sido acosada por algún hombre en algún momento de su vida. Estos dos conceptos se unen aquí de forma extremista. A grandes problemas, grandes remedios.

Los dos primeros episodios de Dietland muestran a una mujer gorda que no es feliz. Nada tiene que ver con esa otra gorda que irradia fuerza, vestida a la moda, y que huye de la reunión de gordos anónimos. Plum es infeliz, se siente sola, es virgen, y quiere adelgazar. Sueña con ponerse un vestido rojo ajustado que ha comprado por correo. Quiere operarse, pero antes debe adelgazar y conseguir el dinero. Es una tía encantadora, buena, inteligente y tiene dos dones: sabe escribir y sabe hacer ricos pasteles, endulzarle la vida a los demás (una tentación que es una cruz). Pero Plum está a la defensiva. Porque hay hombres que se ríen de su sobrepeso o que le echan los tejos porque les da morbo enrollarse con una gorda, fetichistas.

Cuando cree que uno de esos hombres que se le acerca, detective, quiere algo más que amistad, se da cuenta que sólo la necesita para ayudarle en su investigación. Plum no se enfrenta a sus miedos, es cobarde. Cuando un chico la persigue por la calle, riéndose, ella huye. Cuando el chaval de la cafetería en la que trabaja le anima a ir a su fiesta de cumpleaños, ella se lo toma a broma. No puede pensar que le atraiga. Su recuerdo es aquel chico que, borracho, se enrolló con ella en la universidad y luego se arrepintió de hacerlo. Hay cosas que marcan, claro. A Plum le han hecho daño y por eso entiende a esas otras chicas que escriben a la revista buscando consejo. Ella trata de ayudarlas con sus respuestas, desde la sombra, pues ella no firma, no existe.

Su jefa, Kitty (Julianna Margulies) es superficial y vanidosa, no escucha, no empatiza, aunque su desprecio no es tan obvio como en El diablo viste de Prada. Aquí no es tanto un escudo como un rasgo de estupidez. Mientras Meryl Streep parece segura y muy lista, Kitty en Dietland es una mujer objeto, superflua. Para evitar comparaciones, en su primera aparición hace un guiño a Vogue. Ella no tiene nada que ver con Anna Wintour. El papel de Julianna Margulies es muy teatral, más cercano al de la Streep en La muerte os sienta tan bien.

Pero Plum tampoco es capaz de rebelarse cuando le impide cubrir un desfile de tallas XXL. Qué mejor momento que éste para salir del cascarón. Plum no es capaz de romper, hasta que conoce a la chica gótica, una joven que le regala el libro Dietland, que le lleva a conocer a su autora, Verena, la hija de una mujer que creó una dieta milagrosa que resultó ser un fraude. Verena le promete el oro y el moro, hacerla feliz a través de un plan (el plan Baptiste), a cambio de dinero, pero también de autoestima. Y eso para Plum no tiene precio.

La serie añade otra subtrama mucho más heavy, dirigida a los misóginos. Un grupo guerrilla de mujeres secuestra y mata a violadores o a hombres indeseables (hasta sale un fotógrafo que parece emular a Terry Richardson). Es el El club de la lucha feminista.

Dietland es como el lado oscuro de Sexo en Nueva York. Plum es como Carrie, trabaja escribiendo en una revista de moda, pero ella no ama a Mr. Big, ella es Big. Me gusta que hable desde el futuro, como si estuviera contando su historia en un libro que estuviera escribiendo. Tiene parte de caricatura, de cierta teatralidad los flashbacks de su infancia o cómo ella imagina lo que le cuentan. Como si fuera el monstruo de Legion, hay otra Plum en forma de dibujo animado, que aparece cuando ella se nota a punto de estallar, es su lado más salvaje y peligroso. El dibujo de Plum la mira como esperando una reacción. Es como si fuera un espejo en el que ve reflejada sus miserias.

La actriz Joy Nash está estupenda, porque mantiene siempre la cordura (o al menos por el momento). No es una gorda que tenga que ser divertida para sociabilizar ni tampoco es la típica gorda que se ríe de su gordura para parecer más fuerte. Lo que me gusta de Plum es que tiene claro que se quiere quitar peso y es consciente de que se ha perdido muchas cosas por culpa de su complejo.

Dietland es una dura crítica a cosas que ya sabemos y que se resumen en la esclavitud que imponen los medios, la publicidad y la propia sociedad por conseguir la perfección. Estar gordo está mal, y estar flaco, muerto de hambre, es lo cool. La serie comienza con una escena muy dura, que me chocó, intercalada entre otras, en la que se ve cómo una mujer se corta la aureola del pezón. Cómo autolesionarse, el dolor físico, evita que pienses en otro tipo de dolor. Esta serie es, a su manera, como Por 13 razones y las chavalas más jóvenes que puedan verla, podrían equivocar el mensaje.

Ni dietas, ni cirugías, ni soluciones milagrosas evitarán la soledad y el estrés. La única manera de enfrentarse a lo que uno no quiere ser es evitando la autocompasión. Plum me cae muy bien, pero si fuera mi amiga ya le habría dado un par de leches para que espabilase. En esta serie, Plum no tiene una amiga mujer, no tiene hermanos, sólo el amigo gay de la cafetería que daría la cara por ella si fuera necesario (pero que también sigue una dieta a té verde así que lleva la misma onda) y una madre que le anima dentro de sus posibilidades. Pero todo lo que ella siente queda como en la superficie, no se profundiza.

Por eso, cuando conoce a la mujer del "armario de la belleza", Plum muestra algo de feminidad, de autoreconocimiento. Se habla de insatisfacción, de auto-odio. Y con la chica gótica comprende que no tiene por qué estar sola. Y con Verena, que se puede cambiar. Estas mujeres aparecen al mismo tiempo, como arropando su incipiente coraje, como hacían las amigas de Carrie en Sexo en Nueva York.

Dietland tiene mucho potencial y llega en el momento apropiado. Dice Kitty que no pueden hablar de tampones en la revista porque no pueden usar la palabra vagina, que hay que buscar eufemismos. Ése es el problema, que no se dicen las cosas como son, que sigue habiendo tabúes y habría que enfrentarse a todo desde el principio, porque si no, al final, se montarán guerrillas de locas feministas que justificaran cualquier medio para conseguir el fin más radical.

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