–¿Cuál era tu intención al rodar La peste?
Quería que el espectador tuviera una inmersión casi total por la ciudad de Sevilla. Nos hemos documentado durante dos años, hemos pretendido ser verosímiles, más que fieles a la realidad. Habrá trazados y calles en la serie que no son como son en realidad. Si un sevillano se pone a estudiarlo concienzudamente verá que es imposible.
–Cuidado, porque ahora con el VOD (vídeo bajo demanda) el espectador va a poder parar la escena y fijarse en este tipo de detalles…
(risas) Espero que no lo haga, que más bien se divierta. Sale un hospital de apestados, por ejemplo, pero no está en ninguna parte ni existe. Hemos creado desde los espacios reales una imagen digital. Rodar en Sevilla es bien complicado, no sólo por el trazado urbanístico de la ciudad si no porque en determinados momentos no hay ángulo para la cámara. Hubiera sido un lío rodar la Catedral, máxime cuando tampoco era exactamente igual que ahora, al igual que el Archivo de Indias.
–¿Cómo fue la experiencia insólita de ver los dos primeros episodios en el Festival de San Sebastián?
Yo había participado en la sección oficial, pero en concurso. Fue raro no sólo estar fuera de concurso si no el hecho de que no deja de ser una serie de la que sólo pusimos un par de capítulos. El público salía de allí diciendo: "Pero, ¿cómo acaba esto?" (risas) Pero creo que acabó muy bien, que a la gente le gustó…
–¿Para quién está hecha esta serie, para qué tipo de espectador?
Es una serie hecha para que el público la disfrute, para entretener. Creo que va a gustar en general, pero sobre todo a los sevillanos, porque es una ciudad que no se parece mucho a lo que tenemos en mente.
–¿Hay algo que hayas descubierto tú con lo que van a flipar los sevillanos?
Sevilla fue una ciudad fascinante, muy moderna. Me gustaría que Sevilla volviera a ser muy moderna (risas). A Sevilla le faltaba una revisión de sí misma. Es una ciudad maravillosa para vivir, pero los sevillanos deberíamos tomar ejemplo de lo moderna que fue. Fue tan moderna, que a muchos sevillanos les va a costar creérselo. Moderna para el siglo XVI, claro (risas).
–¿De qué estás más satisfecho?
Si te digo la verdad estoy satisfecho del conjunto. A pesar de que sea una superproducción, que es lo que al final se lleva toda la atención, el hecho de tener un presupuesto tan elevado para una serie (10 millones de euros), lo más importante es que al final es emocionante. Cuando acaba la temporada, el espectador se va a sentir con los personajes, va a sufrir con ellos. El final es lo que hace que una historia te interese o no.
–Es el proyecto más ambicioso de Movistar+ hasta la fecha y diría que también lo es para una serie hecha en España. ¿Para ti también lo ha sido?
Para mí La peste también es el proyecto más ambicioso en el que he estado. Nunca he trabajado con un ejército semejante. Por ejemplo, si llego a un decorado y digo que me he equivocado –que la mesa está al revés o que hay que cambiar el cuadro o las cortinas de la ventana están mal–, lo normal es que me tome un café mientras alguien me soluciona esto. Pero cuando en el rodaje de La peste lo decía y me daba la vuelta, ya me estaban llamando porque había seis personas que lo habían puesto todo bien. Ha sido un trabajo de auténtica efectividad, todo avanzaba como muy rodado. De esto es de lo que estoy más contento y del buen equipo que hemos hecho, combinando gente que venía de diferentes sitios.
–¿A qué tenías miedo, si es que lo tenías, al enfrentarte a un proyecto de tal envergadura?
En realidad cuando uno comienza un proyecto como éste lo que debes ser es un poco inconsciente (risas). Miedo da todo, desde que te levantas hasta que te acuestas. Porque cualquier cosa en un proceso que une tantos factores, humanos, metereológicos, cualquiera puede fallar en cualquier momento. Mejor no tener miedo e ir superando las adversidades conforme te van llegando. A lo que más miedo tenía era a no encontrarme actores poco conocidos que tuvieran la fiabilidad suficiente para soportar un rodaje tan largo y exhaustivo. En ese sentido creo que hemos tenido mucha suerte porque tanto Pablo Molinero como Sergio Castellanos están maravillosos.
–Tú has dicho que hay que ser muy valiente para trabajar en televisión…
¿Eso lo he dicho yo?
–Te referías a cuando rodaste Hispania, y a otros colegas que trabajan en series en España…
Es muy complicado hacer televisión, es complicado sacar todos los días el material. Aquí hemos contado con la ventaja de tener más tiempo. Tuvimos tiempo para desarrollar los guiones. Cuando vimos que esos guiones resultarían caros de llevar a la pantalla, pensamos que de cambiarlos ya no sería la serie que queríamos hacer si no otra cosa. Entonces fue cuando decidieron apostar económicamente por el asunto. Y también tengo que destacar lo respetuosa que ha sido Movistar con nosotros. Prácticamente, han hecho comentarios lógicos y normales por episodios, pero nos han dejado trabajar con una libertad total. Y eso es complicado que ocurra.
–La peste es una serie de exteriores, con 130 localizaciones…
Tuvimos muy pocos días en plató y muy pocos días en la misma localización. Lo hemos hecho todo al revés, son cosas de la televisión (risas). En una serie sueles estar en el mismo sitio, pues aquí, no. Todos los días, uno distinto. Esto ha sido una de las cosas que más lo han complicado todo. Pero también ha sido un reto diario y era de las cosas que más te animaban, lo nuevo, con el maravilloso trabajo que ha hecho Pepe (Domínguez del Olmo, al que entrevisté en exclusiva cuando la serie era sólo unos bocetos), que ha sido un gustazo. Pensar cómo sacarle partido o qué podemos hacer. No me hubiera gustado estar encerrado en un hospital, creo que no.
–¿Cómo definirías La peste?
En cierto sentido hay un paralelismo con la actualidad. Fundamentalmente el motor de la historia, la excusa, es un thriller en el que hay que descubrir a un asesino y que, poco a poco, se convierte en el fresco de una ciudad, y, sobre todo, se va centrando en cinco o seis personajes que son los que al final van a atrapar emocionalmente al espectador. Es un thriller, pero acaba siendo una historia de personajes que es lo importante en este caso.
–No sé si has tenido tiempo de ver series, pero hemos recogido el guante de Crematorio y nos hemos vuelto a poner las pilas en España con la producción propia, ¿cómo ves este momento?
No soy muy de series y en el último año menos porque he estado básicamente rodando o montando (risas). Lo que sí consideramos es que esta serie fuese bien para abrir la puerta a otro tipo de producciones. Lo pensamos desde el principio. Y tengo mucha intriga por ver qué ocurre el día del estreno cuando empiece a haber datos de visionados. Es importante para que se pueda alimentar esto que pretende Movistar de hacer producción propia. Ya ha estrenado series de una calidad indiscutible, Verguenza, La zona o Velvet… y ahora espero que la cosa no pare, que no sea flor de un día.
–Supongo que no tendréis que esperar mucho, porque habrá espectadores que la vean el mismo viernes del tirón…
Yo sería incapaz de verme las seis horas seguidas de La peste. Pero si te pilla una tarde en casa, lloviendo, calentito y a gusto en el sofá… lo mismo te los ves del tirón. Tal vez, lo mejor sea ver la temporada en dos partes de tres episodios cada uno o de dos en dos, para retomar con fuerza el siguiente episodio. Pero será a gusto del consumidor totalmente que para eso está hecho así, bajo demanda.
–¿Habéis pensado en una segunda temporada?
Sé que están hablando de una segunda temporada. No sé cuántos podremos repetir, pero yo me lo he pasado muy bien y he disfrutado mucho el camino que no siempre es fácil teniendo en cuenta que ha sido una producción larga, de tantos meses. Lo normal es que los últimos días todo el mundo esté que se tira un plato a la cabeza por el menor chascarrillo. Y hemos acabado justo en el punto contrario. Los últimos días todo el mundo se llamaba por teléfono para ver si se tomaban una cerveza o qué iban a hacer luego. Ha habido muy buen ambiente y eso no es fácil después de haber tenido tanto lío.
La peste se estrena en Movistar+ en VOD este viernes 12 de enero.
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