27.12.17

Nacido para matar, cuando el asesino es tu hijo

Opinión de la serie Nacido para matar (Born to Kill, 4 episodios), la segunda serie más vista en Reino Unido en 2017. Puede contener spoilers.


Hay escenas que te describen con una imagen cómo será el protagonista de la historia. Si en House of Cards el político mata al perro demostrando ser implacable, en Nacido para matar el chaval (Jack Rowan) que mira de reojo al pájaro moribundo sin importarle demuestra su absoluta falta de empatía.

Creada por mujeres, ya desde el título se predispone al espectador a imaginar al chaval protagonista como un tipo frío y egoísta, que matará, aunque no sabemos por qué. No me interesa nada la relación tóxica que este psicópata inicia con la compañera de instituto, una pirómana cuya madre ha muerto, pero sí la que mantiene con su madre (Romola Garai), una mujer que le quiere y le ha sacado adelante sola.

Sin embargo, esta buena señora miente a su hijo y eso es algo que no le perdona. Tampoco se lo perdono yo como espectadora, pues si tu marido es un maltratador se dice y punto. Esta decisión de maquillar la verdad (el padre ha muerto según ella) provoca que el chaval se alíe con el padre (vivo, claro) que acaba de salir de la cárcel. Como en Happy Valley, éste es el momento en el que todo se despendola. Este ambiente tenso, de falsa calma, lo hemos visto este año en series como Big Little Lies y Liar. Mujeres que callan esos abusos que les explotarán en la cara finalmente.

Nacido para matar cuenta a lo largo de tres episodios cómo un chaval aparentemente normal se convierte en el asesino de la katana, para entendernos. Y retumba de nuevo la misma pregunta que en Mindhunter: ¿el asesino nace o se hace?

El chico éste no sólo pasa del pájaro al que podría haber ayudado a sobrevivir, también se divierte ayudando a un loser del instituto para luego mofarse de él, o fantasea sobre la muerte de su padre diciendo que murió en Afganistán o se pasea por el tanatorio porque quiere ser médico (tal vez forense a lo Dexter, claro).

Veo los cuatro episodios del tirón, más que los asesinatos en sí, me interesan las diferentes reacciones, como esa madre que sigue apoyando a su hijo, pase lo que pase. No es buena idea que la primera imagen que vemos sea un flashback, un recuerdo del chaval en el agua, casi ahogándose. Intuyo que ése será el desenlace, y no me equivoco. Pero el final, final está muy conseguido, cuando ese hijo abre los ojos, y empatiza por primera vez con el dolor de su madre.

Tal vez, hubiera funcionado mejor como miniserie de un par de episodios. Tampoco me creo el grado de endogamia que se crea entre los personajes. Pero Nacido para matar es una historia de ésas que nunca están de más que se cuenten.

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