23.11.17

Encadenados (1946): entre litros de alcohol y el beso más largo

No me canso de ver las películas de Alfred Hitchcock. La película Encadenados (Notorious, 1946) contiene algunas frases memorables sobre moda, las mujeres y el alcohol (lo que llegan a beber). Ingrid Bergman es la hija de un espía nazi y Cary Grant, el agente que la intenta convencer para que le ayude a atrapar al líder de los nazis en Brasil. Alicia cae rendida a los pies del apuesto Devlin. Tuvo dos nominaciones al Oscar, a mejor actor de reparto (Claude Rains) y guión original. Esta entrada no contiene spoilers sobre la trama.


ALCOHOLISMO BRUTAL
Tenemos a Ingrid Bergman como Alicia, una chavala despreocupada que empina el codo que da gusto. Hasta que conoce al agente de la CIA guaperas y se reforma, con tal de ayudarle en su arriesgada misión.


Tiene tal resaca la buena mujer, que Devlin le lleva un vaso de leche (o a saber lo que es por lo aguada que parece) para que se espabile. Ella está hecha un cuadro y hasta se le cae el postizo de la peluca. Esta secuencia me recordó a la del vaso de leche de Sospecha (otro vaso sale también en Recuerda). Al igual que el zoom a la mano en donde esconde la llave (OTRA LLAVE) de Crimen perfecto. La cámara da un giro de 180 grados para que veamos que ella está ebria y que Devlin no es un personaje tan transparente como creíamos.

La terraza con el sifón como protagonista también tiene su puntazo. Beben whisky con soda como si fuera gratis, hasta que ella, tajante, afirma que ya no va a beber más. "¿Una mujer no puede cambiar?", le pregunta zalamera al galán. "Cambiar es divertido durante un rato", le responde con bastante guasa él. Así que ella se pide otro whisky y, a poder ser, doble. Y aquí es donde viene el primer beso porque ella le insinúa que él se ha enamorado de ella. La happy hour es lo que tiene.

Hay otros muchos momentos donde estos dos empinan el codo, también en fiestas de la alta sociedad como no podía ser menos entre copas de champán y Martinis.





En otro momento, con la playa al fondo y tras un larguísimo beso (contadlo: ¡dura tres minutos!), de esos que a Hitchcock le encantaban pues pasaban la censura (cortaban el beso cada tres segundos) pero ponían de los nervios a los reprimidos censores, ella le pide que lleve una botella de vino, aunque finalmente Devlin la deja porque no hay nada que celebrar (pues a ella la misión le puede costar la vida). Es muy triste también que ella prepare un pollo congelado.

El momento culmen de la película tiene lugar en una bodega con unas botellas de champán de la marca Pommard que podrían ser la gran pista (más allá del enorme macguffin que recorre toda la cinta con el tema del dichoso uranio).

Hasta el recurrente cameo del director tiene lugar "entre copas".


MODA TOTAL
"No lleva abrigo", le comenta preocupado Devlin a Alicia. "Le llevo a usted". A pesar de la contundente respuesta de mujer independiente, él, caballeroso y divertido, le coloca un pañuelo en la parte del ombligo que ella tenía al aire (llevaba un moderno crop top), no vaya a coger frío. En otra escena, abre armarios donde se ven maletas y abundante ropa, incluido un vestidor.

Atención al recogido de la actriz, ni en la antigua Grecia.

A Cary Grant su aliento de borrachuza le tiene hasta el Fedora.

Colección de sombreros de Ingrid Bergman





Más looks, atención a los collares y escotes raros. Y al magnífico abrigo vestido.








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