22.6.14

Curiosidades Ultimatum a la Tierra (1951), de Robert Wise, y El enigma de otro mundo (1951), producida por Howard Hawks, alienigenas invasores

Periódico en el que se habla de la nave de Klaatu en Ultimatum a la Tierra (1951).
Es curioso que en 1951 se estrenase Ultimatum a la Tierra (The Day the Earth Stood Still), de Robert Wise, en la que el alienígena que llega a nuestro planeta viene en son de paz, aterrizando su nave en Washington, y El enigma de otro mundo (The Thing from Another World), de Christian Nyby con producción de Howard Hawks, en la que el extraterrestre invasor se parecía a Frankenstein, aterrizaba en Alaska y tenía muy mala leche. En ambas hay platillos volantes redondos y los humanos de la época se debaten entre la opinión negativa de los militares (por si acaso, acabemos con ellos) y la positiva de los científicos (que ven una fuente de conocimiento). Los periodistas también tienen su protagonismo: en EE UU, con señores que siguen apareciendo en la tele con el sombrero puesto, y en el Polo con un plumilla miedoso, incapaz de sacarle una foto al monstruo y que acaba desmayándose de la tensión. Ultimatum a la Tierra es una genialidad porque muestra al extraterrestre (Michael Rennie) comportándose como un humano más, quedándose a dormir en un hostal con sus huéspedes, entre los que conoce a un niño, ingenuo, que está abierto a todas sus propuestas, su sabiduría, que es como deberíamos ser así, en general, en la vida. A su madre (Patricia Neal), el extraño le da cierto miedo (miedo a lo desconocido, claro), pero acaba seducida por la idea de ayudarle. No así los políticos para los que la "nave interplanetaria" es un grano en el culo. 
Klaatu y su robot de tres metros detrás.
Klaatu, que es como se llama este ser del espacio, llega con una misión: reunir a los representantes de todos los países para anunciarles una cosa muy importante, nada menos que o los humanos dejan de matarse unos a otros, abandonan las armas nucleares y se unen, o el resto de los planetas del Universo destruirán la Tierra, el único lugar en el que se produce el caos y la destrucción. Pero como los humanos somos como somos, el representante de EE UU le dice que "nuestro mundo está en tensión y es receloso", y que ve imposible reunir a todo el mundo. "¿Y las Naciones Unidas?", le reclama el alienígena. Al otro sólo le falta silbar y mirar para el otro lado. Una crítica cojonuda del ambiente hostil de la década de los 50, como esa imagen de Klaatu con el niño en el cementerio de Arlington. Pero el alienígena, digo yo, bien podría haber enganchado una emisora de radio y haber advertido a los humanos. En la peli todo el mundo está pegado al aparato desde que aterriza la nave. "Me impacienta la estupidez. Mi pueblo aprendió a vivir sin ella", resume Klaatu. En un momento dado Klaatu, que se hace llamar Carpenter cuando le toman por un humano en el hostal, amenaza con arrasar Nueva York o "hundir el peñón de Gibraltar" si con ello los países le hacen caso. ¡El peñón de Gibraltar!, toma ya. En Ultimatum a la Tierra descubrimos de dónde se inspiraron series como FlashForward o Revolution, cuando Klaatu cumple otra amenaza: dejar sin electricidad al planeta entero durante media hora.

Me ha encantado ver esta imagen de Times Square, años 50 (Nueva York)

De El enigma de otro mundo me quedo con la escena inicial en la que un grupo de militares juega a las cartas mientras charla sobre el capitán (Kenneth Tobey) y su novia, lo que da pie a hablar de las mujeres. El tono del filme mezcla el horror y la acción con cierta guasa en los diálogos (al alienígena lo llaman "remolacha viviente" porque es una especie de vegetal). Esta conversación, que no viene muy a cuento, me recordó a las charlas surrealistas que se marca Tarantino en sus pelis. Los hombres comentan que hay un lugar a 40 grados a la sombra en el que "las mujeres van casi desnudas, qué bien vive aquella gente" y que están "todo el día tumbados en una hamaca con cuatro o cinco chicas abanicándote, cuando me muera quiero ir allí". Otras perlas: "No hay quien engañe al capitán, sólo las mujeres" o "El general oculta sus secretos como una recién casada". De esta peli hay varios remakes, el más interesante el de La cosa (1982), de John Carpenter.

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