La segunda temporada de Prison Break ha acabado con el episodio llamado Sona (número 22), por el nombre de una cárcel de Panamá que da miedito nada más verla. El tema es que cuando pensábamos que estaba todo más que dicho, en los tres últimos episodios la vuelven a montar para que tenga sentido una cuarta temporada.
No muere mucha gente, sólo dos de los protas: el chino cudeiro que cae al agua tras un tiro de la doctora, y el cabronazo que intentó ahogarla en una bañera que ahora se pone del lado de los buenos, testifica, salva a la doctora por lo que se lo cargan. Este actor se ha quitado de en medio porque va a ser uno de los protas del próximo spin-off de Anatomía de Grey.
En las últimas escenas del episodio vemos a Scofield entrando en esta cárcel oscura, donde sólo hay asesinos chicanos, mariquitas, drogados con el chute colgando y un Bellick (el poli que los persigue y que acaba implicado en el asesinato de una puta panameña del que no es culpable) desnudo y tirado en el suelo como si lo hubieran violado y golpeado a conciencia. Así acaba. Osea que lo que le espera ahora a Scofield es tremendo. Además el jefazo de los jefazos (un personaje que no habla por miedo a que le graben) abre la puta boca para dar una de las claves: esperemos que Scofield se escape porque es lo que queremos. Evidentemente para matarlo.
Dentro de la cárcel: el manco, el ex-poli, el rubiales del FBI y Scofield.
Fuera: el chicano malherido y su novia (no sabemos en qué zulo la ha escondido el ex poli), el ex marine negro (que se une a su mujer y su hija), la doctora y el hermano de Scofield.
Y el dinero... supuestamente en el agua...
No hay comentarios:
Publicar un comentario